Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

sábado, 28 de agosto de 2021

La canción extraña

La canción extraña

Mi canción es extraña, lo comprendo...
y comprendo que suene en tus oídos
así mal porque es lúgubre. Yo canto
una canción extraña, la del siglo!
Una mala canción que me enseñaron
las miserables hembras del prostíbulo
y los callados hombres de la cárcel
y las criaturitas del asilo....
Huérfanos, prostitutas y ladrones,
sobra del arrabal, carne del vicio,
para quienes el Código fué recto
y no tuvo atenuantes el castigo.
¡Oh, mi mala canción!.........
— «Yo soy la hembra,
máquina de placer, á precio fijo,
que nací para el beso del borracho
y para el puntapié del libertino.
Mis padres eran buenos, eran pobres—
eran pobres y buenos... ¿quién ha visto
que sólo con amores y pobrezas
se alcen hogares y se eduquen hijos?....
Una noche muy clara... ¡la recuerdo
porque en aquella noche tuve frío!
regresaba al hogar, á mi agujero
siempre hediondo y sin luz del conventillo,
cuando en medio del pecho, fríamente
se me clavó un puñal... ¡ya no era mío!
Arrumbados los viejos cachivaches,
allí estaba la cómoda de pino,
allí estaba el retrato del abuelo,
allí mi traje azul de los domingos...
¡y mis dos pobres viejos, que lloraban
en un rincón del cuarto del vecino!
Entonces me acordé de que era joven...
y con mi juventud he conseguido
lo que no conseguí con el trabajo
¡pagar los alquileres!...»
Te lo digo:
mi canción porque es lúgubre es extraña...
es la mala canción de los que un día
se vieron sin hogar, en la cloaca
y robaron...
— «Yo soy un delincuente.
Rudo de complexión, bueno de alma,
trabajé muchos años en la estiva
como un asno de arriero con la carga.
Cuando, desde la boca del navio,
iba con los tirantes á la espalda
atravesando el murallón, crujía,
en su extremecimiento la planchada.
Y todo ¿para qué?... para que un día
faltase en el hogar luz á mi lámpara,
un mal brevaje á mi mujer enferma
y á mis dos pequeñuelos una lápida!
Robé y estoy aquí... Seguramente
que la 1etra del Código es muy santa,
pero no la han escrito los hambrientos...»

He ahí la canción que me enseñaron
esos del lupanar y el calabozo,
las hembras locas y los hombres malos.
Es extraña ¿verdad? pues, más son ellos:
hay de mirar sombrío; rostros largos
como una hoja de puñal. Blasfeman...
Hay otros amarillos, encorvados,
que tosen largamente, y en la cara
tienen como una mueca que hace daño...
Hay enseguida los deformes: unos
perdieron la nariz, otros el labio,
otros hasta la voz...
— ¿En qué evangelio
se santifica la injusticia? ¿Acaso
premia dios á los tristes y á los buenos,
como á los mercaderes, con el látigo?
¿Qué sociedad civilizada es esta
que dispone el banquete en el palacio,
y manda invitación para el banquete
con los mismos hambrientos, á los hartos?
¡Oh, mi mala canción!...

de Federico Gutiérrez,
en Entre el pueblo, Ideas y Figuras - Revista Semanal de Crítica y Arte, año II, número 45, marzo de 1911.
(Nota del editor del blog: la ortografía es original)

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