Una historia
Y aquí me tienen,
mis hijos,
de madre
que peina canas
como niña
enamorada,
tejiendo sueños,
callada.
En la vida,
hijitos míos,
el amor
es lo que vale.
Hay gente
que anduvo
años
buscando siempre
al amor
y que,
cuando lo encontró,
ni Lucifer
se interpuso.
El tiempo
lo volvió puro
y lleno
de eternidad.
Al que la distancia
agranda
y la vida
le hace cancha
para que pueda pasar.
Y ustedes, hijitos míos,
que del jardín
son las flores,
perdonen
a esta mujer
que, en vez de hacer
la comida,
escribe
cartas de amor.
Qué se le va a hacer,
si en la vida
lo que vale
es encontrarse
el hombre
con la mujer.
Una vez que se encontraron,
nadie los puede parar.
Y los curiosos se van
espantados
como moscas
porque el dulce
está encerrado
en un frasco bien tapado
con forma de corazón.
Cuando me llegue la hora
y me vaya
de este mundo,
sobre la tumba
y las flores
me ponen
este cartel:
“a nuestra vieja
querida,
que se fue
a vivir otra vida
con el amor
que encontró”.
Y si la gente
se atreve
a decir
que estaba loca,
tápenle pronto la boca
con la historia de mi amor.
París, 29 de agosto del 83.
de Celina Amalia Galeano,
en Los versos salvados, Concejo Deliberante de General Pico/EdUNLPam, 2022.
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