Velatorio
El cazador guerrero contempla el cuerpo inerte
de un hermano de su tribu. Lo mueve,
lo patea, le ruge, espera días completos
indagando cualquier movimiento que señale
que todo ha sido un sueño prolongado.
El cuerpo se asemeja a un tronco seco,
se arruga, lo visitan los insectos
y los ojos se nublan día a día
apuntando al misterio de la nada.
El cazador guerrero permanece en vigilia
ante la inútil esperanza
de un retorno a la vida que nunca volverá.
El hermano es carroña, huele mal,
un grupo de alimañas gotea su saliva.
El cazador guerrero coge flores
perfumadas cubriendo el hedor de su cadáver.
Lo cubre con las flores de esencias más potentes
para guardar el cuerpo del hambre circundante.
Tras cincuenta mil años seguimos visitando
con flores a los muertos. No es ternura,
ni homenaje, es olor que lo camufla
desde los viejos tiempos de lo humano,
la primera noción de respeto y salvaguarda.
El primer gesto humano vencido por lo inútil.
El primer gesto humano de bondad
que ha llegado inconsciente a nuestro tiempo.
de Juan Manuel Villalba,
en https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-juan-manuel-villalba/ (20/8/24).
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