EPILOGO DEL POEMA “LA CALLE MAYOR”
Vueltas y más vueltas del carril de la historia...
Ha sonado la primera campanada. ¿O será la segunda?
Años terribles de lucha titánica,
esa es nuestra victoriosa corona de laurel.
Hermanos, no creáis en la lisonja adormecedora:
“¡Sois los vencedores! Nos hincamos de rodillas.”
No creáis, tampoco, en el cobarde lloriqueo.
“¡Nuestras vicisitudes no tienen fin!”
No importa que piensen que nuestra Calle es un traspatio
junto a la Avenida Mundial del enemigo.
¿No es un hecho que esa avenida, muerta ya,
se sostiene sólo con puntales e ilusiones?
sea intermitente. No importa que no sea recta.
junto a la Avenida Mundial del enemigo.
¿No es un hecho que esa avenida, muerta ya,
se sostiene sólo con puntales e ilusiones?
Al avanzar por nuestra Calle Mayor
retrocedimos,
pero, después de retroceder ante una fuerza superior,
avanzábamos. Una y otra vez.
No importa que la línea mundial del frente rojosea intermitente. No importa que no sea recta.
¿Vamos por esa razón a estallar en palabras de desaliento?
¿Acaso ella no se fortalece día a día, acaso no se fortalece nuestra línea?
¿Acaso ella no se fortalece día a día, acaso no se fortalece nuestra línea?
Montemos guardia ante lo conseguido a fuerza de[tantos sacrificios,observemos vigilantes los punteros del reloj.Estremece la lejaníael tronar de vivas voces de combate.
Hermanos, escrutad las luces distantes,
prestad oído al lejano tronar:
son nuestras templadas reservas que avanzan.
¡Rataplán-plán-plán!
¡Rataplán-plán-plán!
Avanzan, avanzan, avanzan, avanzan,unidas en cadenas de eslabones de hierro,pasos marciales avanzan imponentes.Avanzan imponentes,avanzan,avanzansobre el último reducto mundial...
1922
de Demián Biedni,
en Antología de la Poesía Soviética (Alexander Nakarov), Biblioteca Jucar, 1974.
Versión: Nicanor Parra.
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