La esperanza camina sobre el agua.
La muerte también
La muerte y la esperanza se cruzan
en laberintos incontables
iluminando o enterrando bajo sombras
los motores de los hombres.
Bienvenidos los piratas honorables
que llegan por el mar a devorar culturas,
dioses de hojalata
que bautizaron con su espada
a los infieles.
Malditos los escapados
del horror y de la guerra,
los que ocultan su miseria tras la máscara
desesperada de un pobre sueño.
Bienaventurado el imperio omnipresente
con su muestrario de bajezas y maldades,
bienllegados y bienquedados
en tierras saqueadas con buen juicio
y para orgullo de vuestras majestades.
Todavía hay un rincón en este mundo
donde hemos preferido olvidar un pueblo,
para que la tenue memoria de los hombres
los diera por perdidos
y por bien muertos.
La historia oscura de los tiempos
es el horror atravesando los milenios,
poblando sus páginas con lágrimas
que no rozan el dolor de los Armenios.
Su ayer se hizo ceniza en el desierto
y un mar de huesos mezclados con las piedras
nos recuerdan que, para algunos, son lo mismo
los huesos y la piedras.
Todavía nos queda lugar entre los brazos,
recojamos las almas que han caído
y poblemos los rostros de ojos abiertos
para que se haga voz Armenia en la garganta
porque aquello que nombramos
no se ha muerto.
De Alejandro Ippolito,
en La Trinchera Nacional y Popular (https://www.facebook.com/groups/1508465146084650/?fref=nf), 24/4/15.