Aztecal IX
Entramos en un cuarto sin luz
con los brazos alzados,
y el temor
de recibir un golpe en la cara,
- un golpe seco y sin sonido -,
fue terrible,
porque tú y yo,
teníamos miedo,
miedo de morirnos en las tinieblas,
no obstante las sombras,
sombras amigas, inconmensurables.
de Francisco Azuela,
en La palabra ardiente, Centro Cultural Internacional El Cóndor de los Andes - Águila Azteca, A.C., 2002.
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