La palabra
Naturaleza: gracias por este don supremoDel verso, que me diste;
Yo soy la mujer triste
A quien Caronte ya mostró su remo.
¿Qué fuera de mi vida sin la dulce palabra?
Como el óxido labra
Sus arabescos ocres
Yo me grabé en los hombres, sublimes o mediocres.
Mientras vaciaba el pomo candente de mi pecho
No sentía el acecho
Torvo y feroz de la sirena negra.
Me salí de mi carne, gocé el goce más alto:
Oponer una frase de basalto
Al genio oscuro que nos desintegra.
de Alfonsina Storni,
en Entre el largo desierto y la mar, Fondo Editorial Casa de las Américas, 1999.
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